
Es una Presencia más grande que cada uno de nosotros
Carta de un chico del CLU luego de vivir las experiencia de las vacaciones en ArgentinaMe llamo Thomás Ochoa, tengo 23 años. Escribo desde Punta Alta, al sur de Buenos Aires, Argentina. Conocí CyL en el ’22 por mi párroco, el padre Diego, que me invitó a un retiro de adviento del movimiento en la ciudad vecina, Bahía Blanca, donde hay un grupo de familias de CyL en la parroquia Santa Teresita. Recuerdo que la alegría de esas personas y el trato que tuvieron conmigo me impactó (y a día de hoy lo sigue haciendo). Desde entonces, me fui introduciendo en la vida de CyL.
Cuando al año siguiente me adentré en los textos (el Curso Básico, ¿Se puede vivir así?, etc.) quedé impresionado: la propuesta cristiana presentada como lo que satisface el corazón del hombre; Jesús, Dios que vino a salvar cada aspecto de mi vida. ¡Increíble! Como estudiante de una licenciatura en Filosofía, apasionado por Santo Tomás, El sentido religioso me marcó (y me hice muy amigo de Dostoievski).
El año pasado empecé a participar en Escuela de Comunidad de universitarios. Estaba buscando un grupo parroquial y Dios me puso delante un rostro amigo, Agustin “Brozo”, con una propuesta interesante. La confianza en Brozo y lo que conocía del movimiento hicieron que supere el desagrado de trasladarme 60 km (entre ida y vuelta) en un pésimo colectivo para participar los domingos a las 20hs. El grupo de Escuela se convirtió en un hogar donde, junto con nuevos amigos, somos educados para mirar la realidad a través de nuestra fe. El grupo es acompañado por Mariano, cuya presencia es testimonio constante de la alegría que brota del encuentro con Dios. Poco después recibí y acepté la invitación del padre Diego de iniciar Escuela también en Punta Alta.
Cuando fui invitado, nuevamente por Brozo, a las vacaciones del CLU, no dudé en participar. Éramos sólo 3. Con el pasar de los días se fueron sumando más amigos (fuimos verdaderamente insistentes con la invitación). Terminamos por ser 12 (de Bahía Blanca, Punta Alta, Algarrobo, Médanos, Coronel Suárez).
Las vacaciones eran en Cacheuta, Mendoza, a 1130 km de casa, del 3 al 8 de enero. Viajamos el primero de enero desde Bahía Blanca hasta la capital de Buenos Aires, 10 horas en colectivo. Allí nos acogieron distintas familias tratándonos con un amor increíble –al regresar, no sólo se repitió esto, sino que los chicos de Capital nos acompañaron a conocer la ciudad, ¡precioso gesto!-. A la tarde, acompañados por otros universitarios, salimos hacia Cacheuta, otras 15 horas de viaje… ¡qué bueno que íbamos entre amigos! En Cacheuta todo fue música, risas, gestos, asambleas, laudes, trekking, rafting, “compartir vida”; todo brotaba de una profunda unidad. Precisamente el lema fue: “Lo que tenga que nacer, nacerá de la unidad entre ustedes”.
Son vacaciones inolvidables. Pero, a riesgo de que termine siendo sólo un recuerdo bonito, quise elaborar un “juicio”, hacerlas experiencia. Aquí el resultado:
«La Vida, la Palabra, la Verdad se hizo carne y habita entre nosotros. Lo hemos visto, lo hemos oído, palpado. Esa Presencia es algo concreto, verificable en la unidad vivida estos últimos días; en nuestra unidad está Su Rostro.
»Es una Presencia más grande que cada uno de nosotros. Seguirla no es fruto de un cálculo interesado, sino del reconocimiento sincero de que Ella es lo que mi corazón anhela aunque tal vez no sea lo que imaginaba.
»Por Ella brota nuestra unidad. En Ella, con Ella estamos. La unidad brota de nuestro haber sido encontrados por Ella. Nuestra unidad manifiesta esa Presencia. De nuestra unidad brota una Belleza que es puerta abierta a Aquella.
»Quiero vivir esa Belleza, quiero estar con esa Presencia toda mi vida. Negarme o ser indiferente es una traición a mí mismo. Pero para quedarme con Ella, debo compartirla. Si intento quedármela sólo para mí, la pierdo.
»En Cacheuta la vida cobró una intensidad desmedida. No puede ser que esta intensidad quede ahí, en sólo 5 días; no, esa intensidad debe continuar, acrecentarse, y así será siempre y cuando viva en la unidad con aquella Presencia».