¡Buen día! Quería compartir lo que el Señor me mostró ayer, a través de la Misa por Don Giussani porque él me enseñó que no nos deja solos.

Yo estaba encargada de preparar los cantos para la ocasión, una compañera del coro, Adriana, vino a darnos una mano con su guitarra y las canciones "de Misa". Enseguida dijo que sí cuando la invité. La mamá del Padre Mariano me dijo que nos ayudaba a cantar desde su lugar…y así lo hizo.

Yo estaba muy preocupada por un canto en italiano “Povera Voce” que en el ensayo no habíamos podido sacar del todo. Entonces el Padre Fabio me sugiere que contacte a Amelia para que nos ayude, pero faltaba un día para la Misa... Providencialmente, ella me escribió esa tarde y vino a la Misa a cantar. Además, Mauricia, me dijo unas palabras muy verdaderas antes de la celebración, ante mi tristeza por si la canción no salía bella. Y Marisa, que desde Buenos Aires, me ayudó con sus audios educativos. Más allá de que la canción salió preciosa, canté tratando de ser consciente de a Quién se la cantaba. Y sabiéndome sostenida por esa compañía donada en ese momento.

Cuando luego les agradecí a las personas por haber estado cerca, Adriana me respondió: “Ana Laura: ¡fue preciosa la canción! Seguramente el Espíritu Santo fue quien te habitó, porque yo sin saber lo que decía, porque no se italiano; sentí vibrar mí corazón como si realmente entendiera. Doy gracias a Dios por haber participado y te doy las gracias por haberme invitado. Fue una misa hermosa. Y qué lindo que te hayas sentido apoyada. Él está siempre, sobre todo, en nuestras debilidades”.

Doy gracias por todo esto, porque El me mostró lo bueno y bello en el día de ayer.