Allí a donde Dios nos pone
Un recorrido por hechos que abren el corazón durante la Semana Internacional de la Ciencia, el Arte y el Deporte que organiza el Polo Educativo “Dante- Holters”Faltaba poco para que comenzara la Semana Internacional de la Ciencia, el Arte y el Deporte que organiza el Polo Educativo “Dante- Holters”, donde trabajo. Cuando el Director, Fredy, me propuso acompañar a tres profesores chilenos que venían para participar de este importante evento le dije que sí rápidamente, porque este año yo quería involucrarme más en esta Semana tan querida por todos, que además este año cumple 10 años. Ahora bien, ese sábado, día en el que por la tarde comenzaba todo en el colegio Holters, mientras por la mañana compraba verduras y frutas para mi casa, pensé: qué ganas de quedarme. Todavía no movía mi yo el hecho de que fuera mi trabajo, de que el jefe me lo hubiera pedido y de que yo ya me hubiera comprometido… ninguna de esas razones me bastaban para salir contenta.
De casualidad fui a la misa del Padre Adolfo de la parroquia San Benito, ya que después no iba a poder ir. Ese día era la fiesta de los apóstoles Simón y Tadeo. En un momento Adolfo dice: “estos apóstoles, que no son tan famosos, forman parte de los doce amigos de Jesús. Son la piedra angular, es decir la base de la construcción de la Iglesia. Gracias a ellos nosotros recibimos la fe y solo a través de nosotros puede llegar a otros que no la tienen, es un regalo”. Pensé, me lo está diciendo a mí, fue un juicio que me movilizó y entonces fui a la Semana pidiendo, gritando que a través de todo lo que iba a vivir o pudiera reconocer Su obra. Quería saber qué iba a hacer el Señor con nosotros y a través de nosotros.
Como dice Don Giussani en El yo, el poder y las obras: el trabajo, mi aportación específica, con todas las características que Dios me ha donado, debe realizarse allí donde estoy, donde Dios me ha puesto. Es la nueva conciencia de mí misma, la conciencia de pertenecer al hecho de Cristo, la relación de comunión que tengo con los otros, sean dos o veinticuatro, con los que trabajan conmigo. Los primeros cristianos convirtieron al mundo generando en otros este asombro: “mirad cómo se aman”. Eso es lo que yo viví estos días junto al grupo de tutores Lucy, Tere, Barbi, Pauli, Lia, Martin, Ceci, el Shu, Silvina, Susana. Me sentí muy querida por ellos y agradecida de poder acompañar a las delegaciones extranjeras de Colombia, México y Chile, quienes vinieron a compartir junto a nosotros estos días llenos de vida. Ivana, Freddy, Paula, los directores de los niveles, en fin, un río de gente que miraba y buscaba lo mismo: la felicidad de nuestros alumnos, y la nuestra. Una oportunidad de conocernos más, de divertirnos juntos, de enriquecernos mutuamente, de construir una escuela más humana.
Pasaron muchas cosas, charlas, encuentros, proyectos y muestras hechas con amor y pasión. Quiero solo subrayar algunos de los momentos de la semana en la que estuve más implicada ya que ayudé en la organización.
Francisco Cantero presentó sus cuadros en una muestra titulada “Esperanza irreductible”. Nos decía que hay que “poner el corazón en todo lo que hacemos”. El pinta para vivir, para encontrar lo bello, para agradecer toda su historia y los encuentros que lo mantienen vivo. “Las obras reflejan los momentos que me constituyen en la persona que soy.”.. Mientras él hablaba yo miraba a los setecientos adolescentes que, de repente, empezaron a dejar de mirar sus celulares, cautivados por lo que Francisco contaba, se hizo un silencio que no es común a esa edad. Brunela, una de las alumnas de la Dante que participa del “Dante Solidario” (junto a varios alumnos construyeron un techo para personas que no lo tienen), estaba muy impactada con el testimonio de Fran y me decía que él, que desde una silla de ruedas podía vivir la vida con tanta intensidad, era un ejemplo para cada uno de nosotros porque nada es un impedimento para vivir así.
Otro de los momentos que quiero destacar es la entrevista a dos jóvenes del hogar de Cristo recuperados de la droga. Una de las alumnas de Holters les preguntó cómo serían ellos si no hubieran encontrado el Hogar de Cristo. Ellos respondieron: “estaríamos muertos, o en la cárcel o en el hospital, gracias al encuentro con esta familia que nos abraza física, espiritual y humanamente pudimos salir de ese flagelo de la droga. Solo Dios llena el corazón, no la droga”, decía Ezequiel con una sonrisa límpida.
Por último, comento lo que sucedió con Itatí Cabral, quien presentó el taller “¿Hay alguien allí?: dialogo con el propio corazón”. Fue un verdadero regalo en la que participaron treinta alumnos del profesorado de Educación Física. Ella les decía que hay un idioma más profundo para hablar con nuestro corazón, que tiene que ver con las exigencias de verdad, de justicia, de felicidad. Son deseos infinitos y que no paran hasta encontrar lo que les corresponde. Javiera, profesora que vino de Chile, nos decía que el taller de Itati le resulto una síntesis precisa de lo que venía viendo y escuchando estos días.
Terminó la Semana y todavía me acompañan los hechos en los que pude asombrarme ante personas conmovidas y agradecidas por lo visto y oído. Gracias Don Giussani porque siguiendo la Escuela de Comunidad aprendo una mirada hacia mis compañeros de trabajo y alumnos sin pretensión, sin exigir, una mirada que abraza todo lo bueno, bello y verdadero que existe en cada uno. Seguimos caminando.