Todo comienza con un encuentro
Entre el 11 y el 15 de enero de 2020 se desarrollaron, en la localidad de Sierra de la Ventana, provincia de Buenos Aires, las vacaciones de GS en Argentina.Ruta Nacional 3, 4 AM: se rompe el micro que llevaba al grupo de secundarios de Buenos Aires y alrededores a Sierra de la Ventana. Ninguno de los allí presentes sospechaba que se avecinaban cinco horas de espera, varados en la ruta y –aparentemente– “a la buena de Dios”. Sin embargo –esta fue la primera sorpresa– lo que predominó en esas horas no fue la queja sino aceptar la invitación de la realidad: aquello nos daba posibilidad de ver juntos el amanecer. ¡Así de simple es rendirse a lo que sucede! En definitiva, como decía Joaquín, al final lo que le gusta a uno es lo que los amigos también quieren: una amistad donde se ceda al imprevisto, donde se vive algo bello juntos, como un testimonio o un paseo.
Una tarde de pileta, mate y trabajo en grupo. De pronto una charla en serio sobre el encuentro. ¿Cualquier cosa es un encuentro? ¿Qué características tiene uno verdadero? ¿Y yo? ¿Cómo lo cuido? ¿Cómo custodio esta amistad? Rochi lo respondía parafraseando una canción: «sentando a Dios en el medio». Fernando, por su parte, reconocía la necesidad de traspasar la superficialidad con la que vivía su vida cotidiana, evidencia que aconteció sin pensarlo, en una simple charla con amigos dentro de unas vacaciones que ya había descartado. Lo excepcional, a fin de cuentas –como reconocía Simón–, no era en sí lo que se hizo en esos días sino tener un espacio para poder pensarlo.
Y nos acercamos al punto. «Todo comienza en un encuentro», decía el cartel colgado en el salón. Una obra de teatro sobre el encuentro entre el sultán y san Francisco de Asís, el testimonio de Alessandro D'Avenia invitando a animarnos a ser nosotros mismos, reconociendo que ya existen en nuestra historia esos ojos que nos dicen: «Tú eres bello, todo bello», incluso con tus grietas; el relato de los encuentros que lo marcaron, y nuestros propios relatos que le siguieron. Todo era confirmación de que éramos hombres y mujeres realmente renacidos. Por ejemplo, Julieta –una de las profesoras– recordaba a su alumno Luigi durmiendo en clase de religión y con sorpresa veía que lo que tenía delante era a alguien nuevo: «pienso que él encarna la frase de estas vacaciones y eso me da una esperanza impresionante. Para mí esta amistad es la esperanza de la Argentina». Luigi a su vez, al escucharla, pudo reconocer que «gracias a ese primer encuentro –que luego me llevó a otros», a mi sí y a las personas que constantemente me “generan” puedo vivir más intensamente todavía, porque si pasó algo así puede volver a pasar las veces que sea, hasta el punto de poder generarse también a partir de mí mismo una novedad en otros».
Terminaron las vacaciones y cada uno volvió a su cotidianeidad. Las mismas calles, las mismas casas, los mismos rostros estaban ahí, esperando. Sin embargo, los que llegaron no estaban igual que al partir, algo distinto había pasado. «Tener la sinceridad de reconocer, la sencillez de aceptar y el afecto para apegarse a semejante Presencia: eso es la fe», como dice el libro de la Escuela de comunidad, Crear huellas en la historia del mundo. Ahora solo resta pedir que Él vuelva a suceder.