El miércoles 21 de agosto tuvimos junto con mi esposa, Stella Maris, un bellísimo encuentro con el Santo Padre, el papa Francisco, en el contexto de la audiencia general. Luego de su catequesis y de saludar a los enfermos y recién casados, se acercó a donde estábamos nosotros. Ya estaba bastante cansado pero pasaba unos diez segundos saludando a cada uno.

Al llegar a nosotros y recibir en mano el catálogo de la exposición “Gestos y palabras: Jorge Mario Bergoglio, una presencia original”, se detuvo un tiempo extenso, que a nosotros nos pareció eterno. Le pude decir que habíamos hecho la muestra con unos cuarenta amigos de Argentina y Brasil, y que queríamos ayudar a que se le conozca de una manera más verdadera frente a la imagen desvirtuada que producen los medios de comunicación sobre su figura. Ahí vimos con mi esposa que se conmovió y nos dijo que él era plenamente consciente de que tanto en la Argentina como en todo el mundo se gastaba mucho dinero en desfigurar la imagen del Papa. Se mostró muy agradecido y contento por nuestro gesto.

Le alcanzamos a contar de las presentaciones hechas hasta ahora y que seguiríamos por toda la Argentina y América Latina, trabajando por desvelar la grandeza que encierra el Misterio de su persona. Al retirarse bajo el impulso de los agentes de seguridad que le acompañaban, mi esposa me hizo notar que no entregó el catálogo a los ayudantes, como lo hace siempre, se fue caminando con el regalo en sus manos. Un gracia infinita, un regalo de Dios que llevaremos en nuestro corazón durante toda la vida.