Nuestra esperanza es un Hecho presente
Del 8 al 13 enero se realizaron las vacaciones de CL de familias en la pequeña ciudad de Tafí del Valle, provincia de Tucumán.«¿Puedo ser parte del Movimiento?»Con esta pregunta se me acercó Jeremías, el muchacho de 14 años que el hotel había contratado para que nos manejara el sonido en nuestras vacaciones de familias. Me contó que participa de algunas cosas de la Iglesia desde hace un tiempo pero que veía una diferencia en nosotros «Ustedes miran todo el mundo. Fui a ver los juegos y miran todo, no dejan afuera nada, entra todo. Y anoche cuando escuché los cantos (habíamos hecho una noche de cantos guiados por las palabras de don Giussani en audio), cuando escuchaba hablar a Don Giussani, sentía que todo vibraba». Y luego: «¿Cómo puedo empezar?»
Sin poder contener la conmoción le respondí «Ya, bienvenido. No tenés que hacer nada».
¿Qué surge entre nosotros para que una persona nueva desee no irse más de aquí con solo vernos?
Esto sucedió en enero, en Tafí del Valle, un pequeñísimo pueblo entre las montañas en la provincia de Tucumán, lleno de música.
Nos animamos a ir luego de muchos años de insistir los tucumanos para que hiciéramos las vacaciones de las familias por allá. Y fue hermoso.
Para los que estamos en la organización, desde el primer encuentro ha sido un camino educativo a no dejarnos arrastrar por las actividades, con la tentación de que nosotros podemos resolver lo que las personas necesitan. Julián nos ayudó mucho diciéndonos que no es necesario matarnos para hacer mil cosas, sino que es preferible hacer algunas pocas que nos dejen una buena herida de nostalgia, manteniendo la tensión a captar qué es lo que está haciendo vibrar el corazón de la gente y a ver dónde el Señor se manifiesta.
Y así, todo fue ocasión. Desde el momento en que uno llegaba de su largo viaje (Tucumán queda a unos 1200 Km de Buenos Aires y 1000 de Santa Fe) y era recibido con unos tragos largos y una exquisita tabla de quesos y fiambres, hasta las guitarreadas nocturnas donde tucumanos y salteños sacaban chispas con lo mejor del folklore argentino.
«El juego no es un momento banal, superficial. Hemos aprendido jugando. Un niño que nunca juega, es un niño para el cual su relación con la realidad está difícil. » Ésta fue la provocación que se nos lanzó para adentrarnos juntos en la aventura de jugar. Era bellísimo ver a los niños con sus padres. Una de las niñas que estaba preparando el juego decía “nuestro equipo es el ganador” y otro le preguntó “¿por qué?” a lo que ella respondió “es el ganador porque está mi papá”. Esta es la relación que tenemos cuando somos conscientes de que está nuestro Padre, seguros de que “hemos ganado”.
La excursión ha sido otro momento para aprender a mirar la realidad que nos es dada. La belleza del lugar era imponente. En un determinado momento, cuando estábamos en una parada en la montaña, se nubló y comenzó a llover muy fuertemente – en verano principalmente es una zona inestable-. Había familias con muchos hijos que sin ninguna queja tomaron a sus niños y bajaron la montaña con la lluvia, casi hasta divertidos. Ver esta situación nos devolvió la posición frente a la realidad, una posición que al final decide todo: o estamos frente a las cosas con una queja o estamos en la tensión de ver cómo Dios se presenta.
También tuvimos la gracia de que entre nosotros estuvieran los amigos del grupo de teatro Parsifal que prepararon un happening retomando la obra del Anticristo de Soloviev. Fue una experiencia de teatro de pueblo no solo para adultos sino también para los niños que lo vivieron casi como si estuviese sucediendo en verdad. Con la ayuda de Julián emergió un tema central para nuestra historia que es la relación entre la tradición y el carisma «Nosotros sólo comunicamos el carisma cuando hacemos que la tradición, en una obra que hemos heredado, que nos ha venido de otro, sea contemporánea». Esto nos ayudó a darnos cuenta de cómo es una historia particular que don Giussani haya elegido un texto y no otro para comunicarnos el carisma.
«La única posibilidad de que el movimiento sea un acontecimiento es que vuelva a ocurrir, pero no ocurre si no hay tradición». Nuestras vacaciones son un hecho particular de esta historia que permite que se comunique el Carisma. Y cada gesto dentro de ellas es una nueva posibilidad de que esto ocurra.
En suma, han sido unos días en los cuales fuimos invitados a hacer esta experiencia de un Hecho presente en una Historia particular, como lo dice el Manifiesto de Navidad. Lo sintetizó muy bien David –que venía por primera vez- en su intervención con la que cerramos la asamblea: “para mí, el manifiesto empezó el 2 de enero a las 13.59h, cuando Alicia me preguntó si quería a ir a Tafí”.