Una mujer detrás de lo esencial
Encuentro universitario en Buenos Aires, a la luz del Meeting de Rimini. “Mama Antula” la santa argentina canonizada este año por el Papa Francisco “nos enseña una forma inquieta y audaz de estar en el mundo”. Una presentación con Alicia Fraschina y de LuMaría Antonia de San José de Paz y Figueroa la primera mujer “santa argentina para el mundo” fue la figura que presentaron “los amigos del meeting de Rímini” en un encuentro en la Universidad de Buenos Aires. Estos “amigos” que colaboraron durante la pandemia y a la distancia para la feria del 2020, propusieron un nuevo espacio acompañados por el padre Giorgio como moderador; Andrea - que introdujo el encuentro - y los universitarios, que también se preguntaban: ¿Por qué elegir a “Mama Antula”? como la llaman en Sudamérica, a María Antonia.
Ella es como un “Diamante” la canción (del músico Jorge Fandermole) que precedió el encuentro: “Me han regalado un diamante y no sé qué hacer con tanta luz, abro mi mano un instante y brilla hasta el cielo limpiando el azul” Es un homenaje a la primera mujer “beata laica” de Argentina canonizada este año por el Papa Francisco, a quien su corazón jesuita le hizo exclamar: “por fin se hizo justicia”.
Además, porque en Mamá Antula (o María Antonia) “la búsqueda de lo esencial” hizo que esta mujer del siglo XVIII, la lleve a ser también “una mujer de hoy”. Así lo explicaba la Doctora en Historia por la Universidad de Buenos Aires, Alicia Fraschina en un aula de la facultad de Ciencias Económicas de la UBA; donde muchos universitarios e invitados se sentaron en el piso para poder escuchar su intervención.
El aula estaba repleta de gente y la respuesta a la convocatoria sobre “Mama Antula. Una mujer detrás de lo esencial” conmovió a la historiadora. Entonces comenzó a rememorar los tiempos en que esta santa argentina llamada María Antonia de San José Paz y Figueroa juntaba “gente de distinta procedencia” para dar continuidad a los retiros ignacianos tras la expulsión de la Compañía de Jesús en el período colonial.
Alicia Fraschina ejerció la docencia en la Facultad de Ciencias Sociales de la Univ de Buenos Aires y en la Escuela de Lenguas Modernas de la U. del Salvador de la que es profesora emérita. Su tarea de investigación la realiza en el Grupo RELIGIO- UBA. En 1998 fue nombrada miembro de la comisión histórica para la causa de canonización de María Antonia por el entonces cardenal Bergoglio. Hoy afirma que la obra extraordinaria de esta santa nos enseña una forma inquieta y audaz de estar en el mundo, en este mundo en transformación, caótico, al igual que el de la época en que ella vivió”.
“Todo acontecimiento tiene un comienzo, y en la vida de Mama Antula este comienzo la convirtió en un personaje muy especial. Cuando estaba por cumplir 15 años decide entrar a un lugar de servicio (llamado beaterio) justo al lado de una casa que los jesuitas de Santiago del Estero utilizaban en el siglo XVIII para los ejercicios espirituales de San Ignacio. Allí, junto a otras mujeres, limpiaba y cocinaba entregándose como obra de misericordia, hasta que llegaron los tiempos de la expulsión de la Compañía de Jesús”.
“En ese momento de oscuridad y desconcierto María Antonia se puso en camino y con un corazón solidario y pacífico comenzó a recorrer las grandes extensiones de la Argentina con una misión - la de llevar los ejercicios espirituales a las capillas vecinas – un hecho por el que sería conocida en toda Europa”.
En 1767, los miembros de la Compañía en el Río de la Plata eran 462 y tuvieron que irse a vivir a los estados pontificios – relata la historiadora – La vida de María Antonia, que para entonces cumplía 37 años, se partió en dos. El beaterio cerró sus puertas, no quedaron ni sus mentores jesuitas, y la estancia que proveía el dinero para hacer los ejercicios se vendió. Ella tenía la edad en que las mujeres de su condición eran abuelas, y de repente se encuentra sin nada, sin familia, sin lugar donde vivir. Solo quedaban sus compañeras de tareas”.
“Pensar este escenario es absurdo” señaló Alicia considerando que “ante la excepcionalidad y la originalidad de la situación la pregunta que se formula María Antonia es: ¿Quién soy yo? ¿qué quiere Dios de mí? Porque era la beata de una orden disuelta, una mujer de la sombra, de una sociedad patriarcal, súbdita de un rey…” y “esta es una pregunta que nos hacemos en algún momento de nuestra vida. Mamá Antula dice que cada uno llevamos adentro una respuesta y su discernimiento la lleva a leer las mociones del corazón. Las mociones divinas que según San Ignacio de Loyola ayudan a encontrar los signos de Dios.” Ella sale a misionar con “las beatas”; y “tomando la capa que uno de los padres de la Compañía le había entregado en el momento de la expulsión comienza a caminar con sus compañeras para colectar limosnas y seguir la ruta trazada por los jesuitas en el norte argentino”
La historiadora que viajó a Roma con la comitiva de argentinos quedó impactada por las palabras que pronunció el papa Francisco en la ceremonia de canonización, él subrayó que “esta mujer – en ocasiones - actuó en la clandestinidad” ya que, en los primeros años de la misión no contaba con la autorización del obispo de Santiago del Estero que era anti jesuita.
“”Esto llamó la atención”. – continúa Alicia - ”Porque Mama Antula comienza a tejer redes, y habla siempre con una esperanza audaz; esperando que vuelva la compañía de Jesús. Estas mismas redes la llevan a escribirse con algunos jesuitas expulsados, entre ellos el padre Gaspar Juárez que estaba en Roma, y también con el laico Ambrosio Funes de Córdoba – Argentina, conformando así un triángulo epistolar”. Esta correspondencia era traducida al italiano por el jesuita Gaspar Juarez y enviada a la vez a sus hermanos de la Compañía de Jesús en todo Europa por lo que esas cartas fueron traducidas al francés, al inglés; y actualmente se acaban de descubrir algunas en Inglaterra.
Pero “¿Por qué en Europa esperaban tanto la correspondencia de una beata de Santiago del Estero, que era una ciudad a que le habían sacado todo, hasta el título de diócesis primada, un título que el papa Francisco devolvió hace pocos días?” Alicia Fraschina concluye que la correspondencia de Mama Antula “era una luz de esperanza sobre todo en una época en la que primaban los enfrentamientos, en un mundo que se alejaba de la mentalidad cristiana, después de la revolución francesa y las guerras napoleónicas”
Junto a ella estaba Luisa Sanchez Sorondo abogada de la UCA, y Máster en Derecho Comparado por la universidad de Derecho y Finanzas de Nueva York. Ella es “pariente colateral” de esta primera mujer santa argentina y también por pedido del arzobispo Bergoglio colaboró junto a otros familiares en la causa de canonización. Luisa describe los signos de excepcionalidad en la persona de Mama Antula, que hace participar de los ejercicios ignacianos a todos: “sale a buscar gente sin importarle el rango social”; y “tiene la habilidad de ver en cada alma qué es lo que puede acercarla a Dios”. “Tuvo éxito por esto, - continúa Luisa - porque nacimos para ser felices”.
Entonces habló de María Antonia como una mujer que “siempre tuvo fe y esperanza” y que todos los 19 de mes le rezó a San José por el retorno de los jesuitas: “yo me estoy por morir y los jesuitas no vuelven” decía. Hoy 200 años después – decía - Francisco asumió el papado el día de San José; entonces entendí que esta mujer desde el cielo quiso que un jesuita la llevara al altar”. Una parte del testimonio de Sánchez Sorondo fue sobre las dificultades que tuvo la causa, que demoró 200 años. Ella explicó entonces: “busqué al rabino Abraham Skorka, el viejo amigo de Bergoglio, para que le entregara en mano al santo padre, la documentación del proceso. “Cuando el rabino llegó a Roma, el Papa Francisco lo fue a buscar al aeropuerto, le expresó: “esta mujer vale oro”.
La pregunta final de actualidad, fue ¿qué nos dice hoy, a nosotros, Mama Antula? Para la historiadora Alicia Fraschina, “Los tiempos son parecidos, y los cambios tremendos. Si lo comparamos con lo que está pasando ahora, que afrontamos situaciones como el uso de la inteligencia artificial o las grandes sequías que no sabemos cómo van a terminar, podemos ver que Mama Antula jamás abandonó la esperanza. Ella fue audaz e hizo cosas que parecían absurdas al mantener vigente la espiritualidad de una orden que había sido disuelta por un papa. La suya es una invitación para mirar aquello por lo que vale la pena vivir” concluyó.